“Koki me dijo que le hizo una llave
con el brazo y le tenía del cuello, y ahí el otro le pegó con la mano para
arriba y le pegó en la cara y él dijo que le terminó de matar haciéndole una
llave con la mano, que le apretó más fuerte. Me dijo que estaban los dos solos,
no me dijo dónde fue, sólo dijo que lo mató y que lo tenía enterrado en el
Yazá, donde había un pantano lleno de musgos y camalotes. Y ahí me dijo si yo
le podía comprar pan y mortadela”.
La cita textual corresponde a la
declaración testimonial prestada por Diego Armando F. (25) el pasado 8 de junio
ante el juez de Instrucción Dos de Oberá, Horacio Alarcón, en el marco del
homicidio de Josías Ezequiel Galeano (15), cuyo cadáver fue hallado en un
bañado a las afueras de Oberá el pasado 3 de junio.
El aporte del testigo es el
principal sostén de la acusación contra Rogelio Andrés “Koki” T. (24), el hasta
ahora único imputado por el asesinato del adolescente obereño.
Hoy se cumplen tres semanas del
hallazgo del cadáver, cuyo avanzado estado de descomposición impidió determinar
la causa del deceso.
En ese contexto los padres de la
víctima solicitaron la realización de una segunda autopsia, cuestión que aún no
fue resuelta por el juez de la causa, por lo que el cuerpo continúa en la
morgue judicial de Posadas.
En tanto, se accedió en exclusiva al expediente que ya
consta de casi mil fojas.
Respecto de la declaración de Diego
Armando F., la lectura permite observar que el testigo incurrió en marcadas
contradicciones propias y respecto de declaraciones de terceros.
Por ejemplo, aseguró que sólo al
personal de la Brigada de Investigaciones les contó sobre la presunta confesión
de Koki T., lo que contradice la versión de otros testigos.
“Amenazó de matarme”
Diego Armando F. posee antecedentes
por delitos contra la propiedad, aunque se presentó como olero y tarefero con
domicilio en el barrio San Miguel de Oberá.
Sobre el día en que el acusado le
habría confesado el hecho, del cual no precisó la fecha, mencionó que lo
mandaron a llamar por intermedio de dos menores a los cuales no conoce.
“Yo estaba en mi casa y ahí los
gurisitos me llamaron, no los conozco, seguro son del barrio. Después del
mediodía fue eso. Me dijeron que Koki me llamaba, y ahí yo no sabía nada lo
sucedido, lo que estaba pasando. Me acerqué confiado, ahí fui hasta la calle 1
de San Miguel, fui solo y estaba Koki. Ahí me dijo lo que él hizo. Él dijo que
hizo una macana y que tenía al desaparecido, y le tenía matado, y no me dijo el
nombre de quién era el desaparecido. Le dije que no me podía involucrar en
nada, que no me podía meter en problemas y ahí él amenazó de matarme a mí y a
mi familia, si yo decía algo”, se cita en el expediente.
El testigo aseguró que no conocía a
Josías. Tampoco supo precisar por qué el implicado lo eligió para confesarle el
crimen, ya que apenas eran conocidos del barrio.
“No me dijo en qué fecha lo hizo,
sólo que hizo una macana. Yo estaba aterrado. Me dio 400 pesos para que le
compre pan y mortadela, plata tenía un montón, tenía una mochila negra y tenía
más plata. Adentro de una bolsita en la mochila tenía la plata”, indicó.
Señaló que compró la comida en un
kiosco de calle 1, mientras que el acusado lo aguardaba sobre la misma arteria.
“Fui solo al kiosco y le traje el
pan y la mortadela (…) Yo le dejé eso y me fui a mi casa. No me quería meter y
él me dijo que si yo abría mi boca mi familia corría riesgo. Se notaba que
estaba malo, así como amenazándome”, agregó.
Firmó sin leer
Si bien en el inicio de su
declaración -como se cita en el primer párrafo de esta crónica- el testigo
manifestó que el sospechoso le confesó el homicidio y luego le pidió que le
compre pan y mortadela, sobre el final se contradijo: “Koki me contó todo
después que yo le compré las cosas”.
Otro aspecto que siembra
interrogantes es que en todo momento Diego Armando F. mencionó que el imputado
aseguró que el cadáver de Josías fue arrojado al arroyo Yazá, en Campo Viera.
“Koki también me dijo que le tenía
atado del cuello con una soga, y ahí le ató en una piedra y lo tiró en el
agua”, detalle que no condice en lo más mínimo con la profundidad del lugar
donde encontraron el cuerpo, un bañado de pocos centímetros.
“Koki me dijo que ellos se mandaron
una macana juntos y que ahí le tuvo que matar para que no lo delate. Yo le
agarré miedo por lo que Koki me contó. Dijo que lo mató y lo llevó al Yazá, que
es por Campo Viera me dijo. Koki no me dijo cuánto tiempo hacía que estaban
juntos con el gurí”, mencionó.
Ante la dificultad que evidenció el
testigo para trazar una línea de tiempo, le preguntaron si el encuentro que
tuvo con el acusado fue antes o después del censo nacional que se realizó el
pasado 18 de mayo.
“Yo hable con Koki antes del censo,
y cuando la Brigada fue a buscarme habían pasado siete días después que hablé
con Koki. Sólo quiero que protejan a mi familia. A mí nadie me amenazó, sólo él
me tenía amenazado. No entiendo por qué él me contó eso”, señaló.
También le consultaron si leyó el
acta de su declaración que le tomaron en la Brigada, a lo que respondió que no
y agregó: “Los de la Brigada me dieron para que firme nomás, seguro ellos
agregaron más palabras”.
Conocidos y una pesada confesión
El cadáver de Josías Ezequiel
Galeano fue encontrado el pasado de 3 de junio, clausurando una búsqueda que se
extendió por 34 días.
Por su parte, vecinos del lugar se
mostraron sorprendidos por el hallazgo, ya que la zona se ubica a pocas cuadras
de la Seccional Quinta y había sido ampliamente rastrillada. Tampoco sintieron
olores nauseabundos ni observaron aves de rapiña, a pesar de tratarse de una
zona habitada. Incluso, a 20 metros se ubica una olería.
En tal sentido, Diego Armando F.
indicó: “Yo no sé el lugar donde lo encontraron al chico, dicen que era para el
lado de una olería”, al tiempo que aclaró: “Mi olería es para el lado de la
Seccional Quinta para abajo, media cuadra por ahí, yo trabajo ahí. Mi patrón es
Luis el apellido no sé”.
Entre otras inconsistencias, el
testigo no supo justificar por qué el implicado le confesó un hecho tan grave,
siendo que apenas eran conocidos. Además insistió en que la Policía no
direccionó su testimonio.
“A la Brigada les dije solamente lo
que yo sabía, ellos no me dijeron qué decir o qué no decir. Koki ya no vivía en
el barrio no me acuerdo cuando fue al última vez que hablé con Koki, hace años.
Yo volví al barrio hace un año, ahí no le vi, solamente ese día cuando lo vi”.
Por recomendación del defensor
oficial Matías Olivera, hasta el momento el detenido se abstuvo de declarar.