El Tribunal Penal de Eldorado condenó a 18 años de prisión a
Héctor Damián Catalan (36), quien admitió en un juicio abreviado que mató a
golpes e incineró el cuerpo de Humberto Keller (50), la tarde del 6 de
septiembre de 2019, señalaron fuentes judiciales.
El crimen fue perpetrado en un campamento improvisado en
medio de una derruida vivienda y donde residía la víctima, quien estaba en
situación de calle. Más precisamente una zona semirrural ubicada a medio
kilómetro del acceso al barrio Unidad, altura del kilómetro 18 de Eldorado.
El imputado firmó el acuerdo de pena a cumplir por el delito
de “homicidio simple” asistido por su abogado y ante el fiscal del Tribunal
eldoradense, Federico José Rodríguez. Si bien el acusado dijo ser empleado de
comercio, nunca se estableció si tenía un trabajo fijo. Tampoco se pudo saber
el móvil real del hecho, sin embargo se puede inferir mediante la elevación a
juicio del caso que tuvo algún inconveniente relacionado a unas ollas y otros
objetos que le habría prestado al ahora fallecido. Incluso cuando salió hacia
el lugar donde luego mataría a la víctima, le dio a entender a un familiar que
tenía algo pendiente con Keller.
Una jornada mortal
Los investigadores reconstruyeron lo que sucedió aquel
viernes 6 de septiembre de hace más de cuatro años. Héctor Catalan se trasladó
en colectivo y junto a su suegro desde la Aldea Perutí (en El Alcázar) hacia
Eldorado. El objetivo era comprar una bicicleta.
Una vez que hicieron la adquisición, almorzaron en la casa
del hombre que se la vendió (ubicada en el kilómetro 11 de Eldorado) y a las
12.45 el imputado le pidió prestada la nueva bicicleta a su suegro y se fue
hacia el predio donde residía Humberto Keller. Allí le dijo a su pariente una
frase que luego cobraría un macabro sentido: “Voy a terminar lo que empecé”.
Tras pedalear unos siete kilómetros, llegó a destino y se encontró con la
víctima. Con base en las pericias forenses, se pudo saber la secuencia con la
que fue agredido Keller y cómo se produjo su muerte.
Un detalle que favoreció al acusado para no ser visto en ese
momento es que el hombre que tenía planificado matar residía en un campamento
-carpas de lona- que estaba montado alrededor de los restos de una vivienda
derrumbada. Se cree que pasó unas horas con la víctima hasta que le propinó
numerosas trompadas en el rostro.
Luego varios puntazos en distintas partes del cuerpo con un
arma blanca no identificada. Por último y sin saber si la víctima estaba
consciente o inconsciente, le arrojó encima brasas ardientes que estaban dentro
de dos tambores metálicos de 200 litros, causándole severas quemaduras. El
acusado regresó a donde lo esperaba su suegro y le invitó a tomar un vino.
Tenía las ropas ensangrentadas. Su familiar aprovechó cuando Catalan se fue a
comprar la bebida y regresó a la aldea en bicicleta. Esa misma noche y cuando
llegó a su domicilio, el imputado le confesó a su pareja lo que había hecho:
“maté a Keller, yo mato por diversión”.
Al otro día, sábado 7 de septiembre de 2019 a las 8.30,
vecinos de la calle Callao del barrio Unidad de Eldorado reportaron el hallazgo
del cuerpo de la víctima. Ratas y perros habían comido parte del cadáver.
Los investigadores establecieron que tanto el fallecido como
el acusado eran al parecer habituales compañeros de tragos, por lo que no les
fue difícil ubicar y detener al ahora condenado.