La muchacha que fue torturada y
enterrada viva por parte de quien era su pareja en una chacra ubicada sobre la
ruta provincial 2, a la altura de Itacaruaré, habló con El Territorio y relató
los momentos previos y posteriores al episodio del cual creyó que no saldría
con vida. La madre, por su parte, insistió en que “el tipo debe pagar” además
de que pidió tranquilidad para su familia.
En una esquina se encuentra la casa
donde ahora vive Soraya (17) junto a su familia que la acompaña con la
conmoción del momento tras el episodio del cual pudo escapar. La joven sobrevió
a un intento de femicidio.
Tanto la víctima como el prófugo
son de la localidad de San Javier.
Ella, en tanto, recibió a este
medio, se dirigió a otro sector de la casa y contó lo sucedido el día que huyó
después de ser torturada, abusada y enterrada viva por quien era su pareja,
Agustín D. R (24). Al cierre de esta edición, el joven se encontraba prófugo.
“Nosotros estábamos bien el día que
me hizo esto, me pegó poquito. Al otro día él tomó una tableta entera de
pastillas de clonazepam. Yo vi que la cara de él estaba cambiando y ahí empezó.
Yo le decía que era por la pastilla que se puso así, me hizo tomar dos y ahí me
llevó al monte, atrás del gallinero. Yo gritaba pero nadie estaba cerca de
nosotros, no había vecinos nada”, relató la joven.
“No me acuerdo muchas cosas por la
pastilla esa que te hace perder la cabeza”, manifestó y continuó: “Me golpeaba,
me tiraba contra las cosas, me marcó con varas, me hizo cavar un pozo pero se
hizo de noche entonces iba a seguir al otro día. Él quería que me meta en el
pozo, me puso en el pozo y me tapó toda mi cara con un montículo de tierra. Yo
tapando mi cara con las manos no aguantaba más. Moví las manos para arriba y
desparramé la tierra”.
“Yo salí del pozo y él me mandó a
limpiar la casa. Ahí yo hice eso, me bañé, me dormí y él también se durmió pero
no durmió bien. Al otro día él se cayó contra el suelo, no podía más por las
pastillas. Ya era de día cuando él se había caído. Las pastillas le dieron
sueño entonces le puse agua para que se bañe y salí. Justo venía un muchacho
por la calle, yo le hice señas y el muchacho dijo ‘subite rápido’. Se ve que él
(Agustín) escuchó la moto llegar y salió con una piedra por eso me bajé de la
moto y de ahí salí corriendo para el monte atrás de la casa. Él no vio para
donde yo corrí”, explicó.
La pareja estaba cuidando una
chacra en el ingreso a Itacaruaré.
El lugar del hecho se encuentra
sobre la ruta provincial 2, en un terreno elevado a la arteria provincial. En
el predio hay un taller de carpintería, una casita, una huerta y un gallinero
además de cerdos. Detrás, a unos metros, hay un monte donde está la tierra
removida y dos partes de una pala partida.
Por otro lado, las viviendas más
cercanas se hallan a unos metros cruzando el asfalto pero en la parte
posterior, donde se encuentra el monte que resultó ser el lugar de escape de la
joven, no hay viviendas lindantes. A más de dos kilómetros de distancia se
encuentra la propiedad a la cual llegó a pie. Allí fue recibida por una familia
que la ayudó.
“Corrí unos cuantos kilómetros, no
sé cuántos. Llegué a una casa donde una mujer y el marido me bañaron, me dieron
ropa y me pagaron el remís para que venga. La mujer llamó a mi mamá. El marido
de la mujer dijo que me pagaba un remís porque me querían ir a buscar en moto y
él (Agustín) me podía ver. Estaba toda mi familia esperando acá, llegué y
fuimos a la comisaría (el miércoles)”.
La denuncia policial fue radicada
en la comisaría de San Javier por María, su madre, momentos después de que la
joven llegó a la casa familiar en el vehículo. Allí se pone de manifiesto las
heridas sufridas por la menor después de haber estado sometida desde el domingo
en la chacra de familiares de Agustín D. R. (24).
El médico policial que examinó a la
víctima detectó múltiples hematomas de 10 a 15 centímetros de longitud por 2 a
3 centímetros de ancho. “Además presenta escoriaciones múltiples cubriendo
ambos miembros inferiores y superiores, múltiples lesiones similares que cubren
completamente la espalda, múltiples hematomas en el rostro y lesiones en el
cuello”, refiere el informe.
La pala y la tierra removida que de
la fosa que cavó la víctima.
“Cuando estaba con él allá pensaba
que era mi día de morir porque no tenía a nadie que me ayude, pensaba eso
nomás. Cuando pude correr pensé ‘Ahora voy a salvarme, una casa voy a
encontrar’. Justo encontré personas re buenitas porque otros no hacen eso”,
expresó.
Al ser consultada sobre el vínculo
con el agresor, la joven comentó que lo conoce desde hace más de dos años. “Nos
conocimos en el barrio, los primeros días todo bien, él trabajaba, era
carpintero. Un año todo bien, sin pegarme, me trataba bien. Después le conocí,
me conoció y empezó a hacer eso”.
“Yo viví con él ahí (en la chacra)
hace unos tres meses pero me fui porque él no cambiaba. Por la cosa que fuma no
quería trabajar, entonces yo me fui de ahí, después vino y yo le perdoné.
Volví, no cambió y me alejé. Dos semanas después me fui a un camping, él fue y
me llevó a la fuerza a la casa esa”.
Confesó que ahora no tiene miedo,
no cree que él se vuelva a acercar a ella o a su familia. Sin embargo expresó:
“Ahora tengo sueño pero no quiero dormir porque si vos dormís después de las
pastillas esas dormís hasta el otro dia y no sabés a la hora que te vas a
levantar. Si duermo capaz no me acuerde de nada de lo que pasó”.
Con respecto a Agustín D. R. (24),
quien se encuentra prófugo, refirió: “No sé por dónde anda. Calculo que está en
Garupá, en la casa de la mamá. Digo que sí porque otra parte no hay, en la casa
de la abuela, acá cerca, no le encontraron”.
En relación a la situación
posterior a lo ocurrido expresó: “Pienso dejar así nomás pero si le agarran,
mejor”.
En ese contexto, María, su madre,
afirmó: “Yo le pregunté a la abuela de él si ellos estaban bien y me dijo que
sí, que cualquier cosa me avisaba. Yo confié que estaba bien. Ahora, lo único
que yo pienso, porque no hay vuelta atrás, es que él pague y que no haya amenazas
de los parientes. Mire cómo yo vivo, viene uno y me pega un tiro, recién ahí
van a hacer algo”.
“No voy más a la Policía porque me
hacen hacer papeles pero creo que el tipo tiene que estar preso. Por lo que
hizo tiene que pagar. Él se va acostumbrando y le toma a una por pelotuda. La
autoridad sólo pone orden cuando pasa algo grave. Yo no puedo hacer nada,
encima soy sola y soy mujer. Si el viene yo me voy a defender”, apuntó.
“Ayer me enteré cuando llegó y
contó todo. El tipo le ató las manos, le hizo cavar un pozo, dos días que le
estaba dando con una cadena, le abusó con una madera, le hizo tomar el catarro
de él. Me quedé traumada”, finalizó.