Dificultades para adaptar los
contenidos en el proceso de aprendizaje dada la diversidad en el alumnado,
casos de bullying y pedidos de ayuda por autolesiones en alumnos representan la
mayor demanda que tiene el Gabinete Psicopedagógico Interdisciplinario (GPI)
por parte de las escuelas misioneras.
El GPI cerró el relevamiento del
primer cuatrimestre del año escolar con datos que reflejan que determinadas
problemáticas se acentuaron, como la cantidad de denuncias contra la integridad
sexual de niños y adolescentes y los intentos de suicidio, y otras emergen por
primera vez bajo la categoría “problemas de inclusión”.
Entre marzo y junio, el GPI en sus siete sedes y una subsede en Garupá tuvo 2.279 intervenciones en diferentes establecimientos escolares, de las cuales 1.341 fueron actividades de asesoramiento preventivo, 756 fueron capacitaciones preventivas y 182 casos de asistencia e investigación por diferentes causas.
“Terminamos el primer relevamiento
cuatrimestral y nos encontramos con una realidad que no teníamos en años
anteriores, que refiere a las dificultades que tienen los docentes para atender
la diversidad, en el sentido de atender distintos ritmos de aprendizaje, a
niños con algún diagnóstico que puede ser barrera para acceder a los
aprendizajes que ellos están planteando. Este cuatrimestre se caracterizó
justamente por la gran cantidad de demanda de los docentes sobre cómo adecuar
el currículum a las diferencias individuales”, explicó en diálogo con El
Territorio Ricardo Martín, director del GPI, cuyo organismo depende del Consejo
General de Educación (CGE).
“El relevamiento lo tenemos de toda
la provincia. A este tipo de problemáticas lo categorizamos como problemas para
la inclusión, por el hecho de que son barreras que no están del todo
identificadas o no están siendo abordadas de tal manera de minimizarlas o
eliminarlas”, detalló.
“La pandemia nos afectó a todos de
manera diferente. Todo pasó por las posibilidades que cada familia o cada
sujeto pudo tener en el ámbito donde se encontraba. Hay que atender después las
singularidades en el aula. Esto está haciendo que tantas familias o padres se
empiecen a preocupar, porque sienten que sus hijos no están siendo acompañados
de la manera correcta. Estamos trabajando fuertemente en talleres en las
escuelas cuando así lo piden para hacer adecuaciones y que los estudiantes
puedan estar incluidos, que realmente este paradigma de la escuela inclusiva
sea real y no simplemente una declaración”, señaló Martín.
“Otra categoría que apareció en
este cuatrimestre -porque en el primero aparecen y en el segundo se
intensifican las demandas de lo que ya teníamos relevado- son situaciones de
autolesiones e intentos de suicido”, deslizó con preocupación.
Consultado sobre la población
escolar que requiere este tipo de ayuda, respondió: “Adolescentes, chicos de
primero a tercer año más que nada. Hemos tenido ese tipo de demanda más en el
interior. En este momento tenemos dos situaciones en el Norte de la provincia,
donde se está trabajando fuertemente en armar las redes para encontrar las
maneras de contención y acompañamiento a esos estudiantes”.
Bullying y abuso
“También aparecen situaciones de
denuncias por bullying y problemas de convivencia todos los días a nuestra
línea provincial; desde nuestra línea nacional no hemos tenido consultas que interpretamos
y pueden deberse al tipo de abordaje cuando alguien llama a Nación porque hay
que dejar todos los datos y eso inhibe. La verdad es que los problemas de
convivencia entre pares de estudiantes, con docentes y directivos o docentes
entre sí son llamativas porque las consultas son intensas” sostuvo.
“La otra categoría que apareció
fuertemente también fue la gran cantidad de denuncias de abusos contra la
integridad sexual de niños y adolescentes, este año también se notó más”, dijo.
Demanda directa y abordaje
“Este año se caracterizó también la
demanda directa. Incluso habilitamos una nueva manera de registrar ese tipo de
información y nos llamó mucho la atención que la familia nos llama pidiendo
algún tipo de asesoramiento. Eso hace que nosotros nos remitamos a la
institución inmediatamente para ver cómo podemos acompañar y que la institución
que está en el día a día con los estudiantes pueda acompañar y resolver la
situación. Afortunadamente, hay bastante satisfacción en las orientaciones que
damos y la comunidad se siente acompañada en ese sentido”, describió el
funcionario.
Sobre la metodología de trabajo,
detalló: “Son dos teléfonos fijos, uno que es para la línea de convivencia y
otro que es del GPI, donde recepcionamos las consultas de toda la provincia y
direccionamos a la sede que corresponde por proximidad”.
Respecto a las causas y los modos
de abordaje de cada escenario, indicó: “La mayoría de las situaciones hay que
abordarlas desde las prácticas pedagógicas, desde los problemas familiares,
desde la situación sociocultural. Nunca generalizamos porque son singularidades
dentro de sus contextos y hay que tratar de identificar cuáles son las
dimensiones que podrían estar afectando a esa persona y provocando ese tipo de
comportamiento”.
En cuanto al rol que ocupan las
familias, comentó: “Cada uno tiene una familia y hay que aprender a orientar y
acompañar a esa familia en su rol. Se trabaja con talleres para padres”.
Citó a modo de ejemplo el trabajo
que se desarrolla en la zona Centro. “Hay sedes que trabajan fuertemente con
eso, por ejemplo la de Leandro N. Alem trabaja ese abordaje porque es una
dimensión que no se puede descuidar. Los padres también se acercan a consultar
qué hacer ante una situación que no está siendo satisfactoria, a veces porque sienten
que no están siendo escuchados o que su hijo no está recibiendo la atención
adecuada. Eso amerita siempre un abordaje complejo y unidireccional. Lo
abordamos desde una mirada multirreferencial”.
“El trabajo en red es el que nos
salva, porque uno sólo no puede. Vemos inmediatamente si hay Centro de Atención
Primera de la Salud (Caps), otra entidad, o una Defensoría que pueda ayudarnos
a que se minimice o alivie el malestar de la consulta”, remarcó Martín haciendo
hincapié en la fortaleza del equipo.
El GPI cuenta con siete sedes: la
de Posadas, que es la central, una subsede en Garupá, otra en Oberá, San
Vicente, Irigoyen, Leandro N. Alem, Iguazú y Eldorado.
Además de las intervenciones que
realiza el GPI hay escuelas que cuentan con su propio gabinete psicopedagógico.
“Hay un gran número de escuelas del Consejo General de Educación que tienen sus
equipos de apoyo y orientación escolar, a veces con un psicopedagogo, otras con
un psicólogo; en el mejor de los casos ya cuentan con un trabajador social también.
La gran mayoría tiene horas de psicopedagogía, aunque los recursos son escasos
en este sentido”.
“En este momento no hay una
estadística actual. Tenemos el relevamiento de hace unos cinco años, que estaba
en el 10%. Sí nos llama la atención que la mayoría de las instituciones que nos
consultan dicen tener equipo; ahí también otro trabajo que se nos suma es el
asesoramiento y la supervisión con el equipo de la escuela”.
Líneas de ayuda GPI.
El GPI atiende las demandas
derivadas desde la Línea Nacional y Gratuita de Convivencia Escolar:
0800-222-1197. Se pueden realizar denuncias de cualquier situación compleja en
la institución. Además hay otras líneas de ayuda y asesoramiento: Línea
provincial de Convivencia Escolar: 376-4430092 y Línea GPI: 376-4437722.
Ansiedad y depresión en la
población infantil
"Entre las conductas más
frecuentes se encuentran la ansiedad, el miedo a la muerte, angustia e
incertidumbre a lo que pueda pasar, e incluso estados depresivos".
Constanza Logegaray. Psicóloga
La pandemia acentuó las
problemáticas en diferentes áreas de la vida en comunidad. En los chicos tuvo
un impacto particular dado el cierre de las escuelas durante un año y el
regreso progresivo con medidas de bioseguridad que permitieron recién en este
2022, en el caso de Misiones al menos, volver a la total normalidad.
En ese sentido, el policonsultorio
poscovid del Instituto de Previsión Social (IPS) atiende una importante demanda
por casos de ansiedad y angustia en la población infantil y adolescente.
Constanza Logegaray, psicóloga de
este espacio habilitado meses atrás en la Clínica Cáceres Zorrilla comentó:
“La pandemia trajo grandes cambios
en relación a la salud mental de la población en general; los niños y
adolescentes también fueron parte de estos cambios y eso lo pudimos observar,
no sólo en el comportamiento de ellos, sino también en el gran aumento de
consultas psicológicas. Entre los síntomas o conductas más frecuentes se
encuentran la ansiedad, la imposibilidad de reestablecer lazos sociales, el
miedo a la muerte, angustia e incertidumbre a lo que pueda pasar, aumento de
los niveles de frustración, de agresividad e incluso estados depresivos”,
aseveró la especialista.
“Si bien los síntomas ni bien
comenzaron la pandemia eran más agudos y no muchos pudieron consultar, hoy se
sigue el tratamiento de las secuelas que este cambio social trajo, sobre todo
en trabajar sobre la reinserción social o en casos de adolescentes, poder
duelar situaciones no vividas, como los rituales de recepción, viaje de
egresados, cumpleaños y viajes de 15, etcétera. Esos eventos son muy valiosos
para ellos, ya que marcan el inicio o final de una nueva etapa, que en algunos
casos tuvieron que postergar o suspender”, explicó.
“Los niños tuvieron que buscar
adaptarse a la realidad del aislamiento y muchos lo hicieron a través de la
virtualidad, con juegos, redes sociales, ahora tienen que salir nuevamente a
establecer vínculos sociales reales y en muchos casos esto presenta una
dificultad”, indicó.
“Lo positivo es que los padres
pueden ver esta dificultad y realizan las consultas en busca de ayuda, esto es
algo que hay que remarcar, ya que cuando la familia ve que no encuentra la
forma de poder darle esa contención a los niños, niñas o adolescentes,
soliciten ayuda profesional, no pensar que ya va a pasar o que son conductas
típicas de la edad, sino buscar ayuda para poder trabajar en conjunto con un
profesional, así el proceso será lo más cuidado posible”, desarrolló.
Consultada sobre la existencia de
cuadros de mal diagnóstico, respondió: “En estos últimos años vimos un gran
aumento de sobrediagnóstico o derivaciones por parte de la escuela, muchas
veces se pierde de vista la edad de los niños y se pretende que respondan a
patrones o reglas establecidas que generan determinado orden en los salones,
clubes, instituciones, que se da muchas veces por la gran cantidad de niños que
se encuentran en estos espacios”.
“Esto genera, en algunas ocasiones,
una derivación al área psicológica para elaborar un informe de qué es lo que le
pasa a ese niño, y en muchos casos ese niño es sólo un niño que está
atravesando situaciones familiares particulares y manifiesta su angustia o
ansiedad de la manera en la que encuentra para expresarse. Es un niño siendo
niño”, manifestó Logegaray.
“Hoy vivimos en un mundo con
muchísima exigencia por parte de los adultos y esto claramente se traslada a
los niños, padres que pasan gran parte del día trabajando, niños que realizan
muchas actividades extraescolares, gran aumento del consumo, generan que muchas
veces la ansiedad se manifieste, tanto en niños como en adultos, y no se sepa
cómo alojar esas situaciones. Hay una frase muy significativa al respecto que
dice: ‘No hay niños difíciles, lo difícil es ser niño en este mundo lleno de
gente cansada, ocupada, sin paciencia y con mucha prisa’”, se explayó.
“Creo que nuestra responsabilidad como profesionales es poder alojar a esa familia y guiarla para darle el espacio a ese niño de buscar cómo expresarse, conectar”, deslizó